WRC 2010. Rally de Francia. RoadBook 1

| 01/10/2010

Pese a disputarse ocho tramos en la primera etapa, no eran muchas las opciones a elegir. El horario de los mismos no permitía hacer muchas filigranas y los radares de la Gendarmerie menos aún. Así que puestos a elegir entre viñas y paisaje de montaña, con opción entre carretera angosta o triple carril caso del ‘Grand Balloon’, nos hemos quedado con las primeras y más concretamente las del pueblo de Gueberschwihr (sí, seguimos estando en Francia…).

El poder de convocatoria de Sebastien Loeb ha sido impresionante: pese a ser viernes el público ha respondido en masa y los problemas han sido para los organizadores para tratar de situar a los espectadores, lo que ha provocado un retraso importante de la prueba. Tal ver porque los ‘flic’, mote de la policía gala, de la región de Alsacia ya no son los que te amenazaban con la pistola si cruzabas la carretera en los Montecarlo de antaño. El ‘amigo’ Jacek Bartos, el delegado de seguridad de la FIA, se ha jugado el tipo con su famoso helicóptero rojo volando a ciegas en la niebla a apenas quince metros de altura, pero al final se ha disputado el tramo para alivio de todos, incluida la ‘colección’ casi completa de petos de fotógrafos FIA… .

Para no quedarse cruzado de brazos durante cinco horas y media solo quedaba ir a la asistencia remota en Mulhouse, sede de una de las fábricas más grandes de Peugeot. De nuevo allí Loeb era como dios, por la cantidad de seguidores, y lo que normalmente suele ser un momento distendido donde los pilotos se relajan se ha transformado en un lugar donde ha sido casi imposible hacer un retrato decente. Así que con Jordi Rierola y Julián González hemos decidido tomarnos una cerveza en un bar cercano con la suerte de encontrar a la primera unas Pietra bien frías, la célebre cerveza corsa de castaña que hacía dos años que no probaba.Finalmente el desplazamiento tenía su compensación antes de regresar al punto de partida en Gueberschwihr donde el sol nos la ha jugado tras un nuevo retraso, pero: ¡çe la vie!.

Total, un centenar de kilómetros de vuelta al parque de asistencia donde los pilotos han llegado con tanto retraso a causa del atasco de tráfico en Estrasburgo que los organizadores han decidido cancelar el control horario pese a que algunos pilotos se la han jugado para cumplir con el crono. Y es que tener la base de una prueba del Mundial de Rallyes en una gran ciudad no deja de ser un problema aunque por otra parte se garantiza una cantidad importante de espectadores.

En fin que con estos horarios, el de los restaurantes franceses que cierran a la hora del telediario, seguimos sin probar la ni por asomo la famosa ‘nouvelle cuisine’, pero vamos que ni siquiera un trozo del famoso queso Munster, originario de la región, cuanto más cerca de la fecha de caducidad mejor… para una segunda etapa que muchos auguran como muy dura.

À demain

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