Efectivamente, la normativa está ahí y quien participa en una prueba automovilística asume implícitamente las reglas y su cumplimiento, aunque en ocasiones estas no sean del todo justas o, al menos, equitativas.
Bien es cierto, por otra parte, que hacer las reglas tampoco es trabajo fácil y en casos como el Campeonato de España de Rallyes Históricos contentar a equipos con vehículos de muy distintas épocas, preparaciones y prestaciones se hace, en ocasiones, harto complicado. Pero sí hay una realidad palmaria y es que si la maraña de categorías, exigencias y clasificaciones hace complicada la comprensión hasta para los propios participantes, qué no será para el aficionado (que al final pasa de todo y simplemente acude a disfrutar con las evoluciones de los pilotos) o para quien tiene que relatar la carrera y tratar de no liar a una audiencia que lo único que quiere saber es quién ha ganado; quién ha sido el más rápido de todos.
Pero son las normas y con ellas hay que contar. Dicho esto, si nos fijamos en los tiempos por tramos y en una primera clasificación general conjunta, Javier Ramos Grille ha sido el vencedor del Rallye Rías Altas Histórico. El gallego del Ford Sierra Cosworth quita hierro al asunto, asegura que con el vasco Ander Arana en carrera hubiera sido difícil ganarle y que las circunstancias le favorecieron a él. A pié de cuneta, a algún aficionado le habrán tenido que empujar el mentón para cerrarle la boca después de ver los malabarismos de este tipo, capaz de ir igual de rápido mirando por el parabrisas como por las ventanillas laterales.
Efectivamente, Ander Arana no se amilanó en una cita gallega repleta de fauna local ávida de cuajar un buen papel y de mostrarle a los habituales del Nacional que aquí las victorias se venden caras. El del Peugeot 309 GTI se mostró tremendamente rápido desde un principio y, no cabe duda alguna, estaba llamado a la victoria; resultado que aún hubiera sido mucho más cómodo de haberse mantenido el tiempo impuesto tras la neutralización del primer tramo, en el que Xesús Ferreiro sufrió una salida. Tras la segunda pasada a esa misma cronometrada a los participantes que no completaron la especial al inicio del rallye se les aplicó ese tiempo, variando sustancialmente las cosas. Una vez más, una decisión que resultó equitativa para unos e injusta en opinión de otros, como Toño Sainz.
Pero según la normativa, los vehículos de categoría 5, grupo en el que entraron un gran número de equipos gallegos en esta prueba, no figuran en la clasificación final conjunta. Es una categoría cajón de sastre en la que entran todos aquellos automóviles que no cumplen la estricta normativa FIA y a los que se les presupone mejoras de prestaciones que desequilibrarían un pretendido intento de igualar las cosas con sus homólogos y coetáneos que sí la cumplen. El de Grille, aunque el piloto insistía que no en las verificaciones, acabó en ese grupo… y no figuró en la clasificación final más allá de la que se establece exclusivamente para este tipo de vehículos.
Así que si nos atenemos a esas circunstancias, y a la vista de la clasificación final oficial de la prueba -que al final es la que cuenta- el ganador del Rallye Rías Altas ha sido Daniel Alonso. El avilesino completó un rallye de menos a más, comenzando con mucho tiento ante la niebla, humedad y suciedades de los tramos matutinos y estableciendo un ritmo que le permitió ganar (hubiera sido segundo en esa hipotética clasificación conjunta; igualmente un gran resultado) y revalidar el título de Campeón de España… en este caso de la categoría Pre-90 para vehículos fechados antes de ese año. El de Past Racing sigue siendo uno de los principales animadores del certamen, apostando por poner en escena vehículos realmente espectaculares.
Galicia vuelve a ser decisiva en el desenlace del Campeonato de España, pues aquí también se confirmaron los de Regularidad Sport Pre 90, de nuevo para el pluricampeón José Ramón Campos, así como en la categoría Pre-81 del Campeonato de España de Velocidad: título que ha ido a parar a manos de Toño Sainz. La cita de casa tendría que haber sido el fusible con el que Ferreiro pudiese apretar las cosas en este grupo y forzar el desenlace en Avilés, pero todo se torció demasiado pronto para el de Melide. Estaba claro que salía a por todas; que más allá de su grupo e historias de esas, Ferreiro quería hacer un buen papel en casa y a ser posible luchar por la victoria, pero la cita coruñesa se le sigue negando.
Mucho público, buen tiempo, una gran inscripción… el Rallye Rías Altas se consolida en el calendario como una de esas citas imperdibles. Ahora solo falta que alguien dé con la tecla que haga de este certamen ese que muchos deseamos, a la vista de los numerosos y espectaculares coches históricos sabemos que existen.