Superman Llovera (aunque él diga que no)

| 18/01/2015

Hoy es un buen día para recomendar un libro. No limits (Editorial Planeta) escrito por Albert Llovera. Si no lo tienes, búscalo en las librerías, no te vas a arrepentir. Si ya está en tu estantería, te invito a que lo releas y ello te sirva para tener una perspectiva mucho más amplia y profunda de la gesta que ha conseguido el piloto andorrano con su llegada a Buenos Aires tras 9.000 km de duro raid.

Terminar un Dakar está al alcance de muy pocos (ya lo es incluso estar presente en una edición de este rallye); hacerlo además pilotando un buggy, historia completamente distinta a los 4×4, exige un esfuerzo suplementario. Pero completar la carrera sudamericana manejando ese vehículo solo con los brazos se escapa a mi capacidad de imaginación -supongo que también de la vuestra- y hace de la proeza una aventura con tintes épicos.

En estos días todo serán merecidas alabanzas para Albert. Y estoy seguro que la gente lo hace de corazón, aunque en general desde una perspectiva bípeda erguida, con movilidad total del cuerpo y, por lo tanto, en una situación desde la que es difícil realizar el ejercicio de empatía que requiere la situación. Solo así uno podría ser mínimamente consciente de lo que supone estar horas y horas soldado a un bacquet, moviendo el volante al mismo tiempo que acelera y frena con los dedos, o tratando de crear y mantener vitales rutinas en una situación que de por sí ya es complicada para quienes no tienen ningún grado de minusvalía. Porque el Dakar también son los vivacs -es cierto, historia distinta a lo que se tenía en África, pero igualmente una lata fuera de nuestro día a día hogareño- donde cuestiones como el aseo, la recuperación y el descanso no cuentan con el mismo nivel de adaptación y comodidades; más aún para quien tiene que desplazarse en una silla de ruedas.

En general, pequeños y grandes obstáculos que Albert ha superado siempre con la más amplia de sus sonrisas, tratando de normalizar una situación que para el resto no lo es, y demostrando al mundo que la capacidad de adaptación del ser humano no tiene límites si uno se plantea la vida con esa perspectiva. La ilusión está por encima de cualquier tipo de inconveniente, dolor o contratiempo… y en esta edición del Dakar Llovera habrá sufrido muchos, probablemente más de los que han trascendido a la prensa.

Al poco de empezar a leer el libro que hoy os recomiendo, Albert deja clara su filosofía de vida: “no me considero ningún superhombre y no soy -en absoluto- ningún inválido o tullido por tener que utilizar una silla de ruedas, en lugar de mis piernas, para desplazarme. Sólo soy una persona que confía en sí misma, con el espíritu de sacrificio de cualquier deportista profesional y que no se asusta ante el esfuerzo de superación. Conozco y asumo mis limitaciones y a partir de estas he creado mis propios objetivos e ilusiones”. Pese a las consecuencias del accidente de esquí sufrido en 1985, Albert Llovera soñaba con pilotar coches y lo consiguió; soñaba con disputar rallyes, y por encima de las trabas y dudas federativas logró llegar al WRC; surgió la oportunidad de participar en el Dakar y en 2015, tras varias tentativas, por fin puede decir que ha completado todas sus etapas. Él no se considera un superhombre, pero hoy muchos hemos aprendido que para serlo no hace falta tener una capa.

P.D: Aunque aquí hemos hablado de Albert, nuestro reconocimiento también para Álex Haro, copiloto y mano derecha del andorrano en este Dakar… y uno de los pocos que puede decir que lo ha completado en su primera participación.

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