El Rallye de México es el Rallye de la Salud

| 02/03/2016
Kris Meeke, Rallye de México 2015.

Son muchos los que conocen el Rallye de México, pero no tantos los que han oído hablar del de la Salud… y llevan ocho años ligados entre sí. La que suele ser la primera cita sobre tierra de la temporada, además de aportar diversión, olor a gasolina y espectáculo puro a la región de Guanajuato, transporta material médico, ilusión y vida (ojo, que estamos hablando de cosas muy serias) a las áreas por las que pasan los tramos.

La idea de unir proyectos benéficos a los deportes de motor no es nueva: piensa en la Fundación Dakar Solidario en África o la asociación Un techo para mi país en el «nuevo Dakar», el sudamericano. Sin embargo, sigue siendo casi ignorada por el común de los mortales, centrados en su disciplina favorita y en pasar un buen rato sin más preocupaciones (que también es muy loable, vaya eso por delante). Pero los organizadores de algunos eventos, conscientes de la repercusión que tienen, no dudan en «aprovechar el tirón» para ayudar a los más desfavorecidos.

Admito que yo desconocía esta prueba, pero una visita rutinaria a la sección de noticias de la web oficial del Rallye de México me puso sobre la pista. Pocos días después, Luis Moya daba pinceladas sobre ella en la radio, ensalzando la labor de Juan Suberville, presidente del comité organizador de la cita mundialista. Lo que se busca es algo tan básico como llevar salud y bienestar a las comunidades por las que pasa el WRC: más de 28.000 personas han sido atendidas del 25 de enero al 29 de febrero en León, Silao, Guanajuato e Irapuato. Reciben consultas generales y servicios más específicos de odontología, oftalmología, audición, cirugía… También se facilitan gafas, sillas de ruedas o incubadoras.

Como en cualquier proyecto de este tipo, los niños son objeto de un interés especial; este año, 28 «peques» han obtenido una beca que les permitirá viajar con un familiar para ver el rallye «de verdad», el de Sebastien Ogier, Dani Sordo y su ídolo local, Benito Guerra, copilotado por el español Borja Rozada, por cierto.

«Este evento no tendría razón de ser si no dejamos algo en las comunidades y en las personas que habitan cerca de él, ya que deseamos que sea suyo», explica el gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez. Con esto se cumple, además, otro objetivo: promocionar un deporte que (reconozcámoslo, nos guste o no) es cualquier cosa menos «de masas». Aunque quizá esta característica sea parte de su encanto y permita conservar ese aire de romanticismo, de héroes épicos, que se va perdiendo. En este caso, los héroes son muy humanos y ayudan a los más desfavorecidos aprovechando algo tan aparentemente frío como una máquina sobre cuatro ruedas. Pero sólo los que conocen los entresijos de esta disciplina saben el calor y la pasión que genera.

 

 

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