Un día antes del inicio de la segunda edición del Rallye Rías Altas Histórico acudí a la presentación que organizó Ángel Pérez “Lanchiñas” -que horas más tarde sufrió un infortunio que comentamos- en el restaurante familiar ubicado en pleno núcleo urbano de A Coruña. Después de un par de horas intercambiando opiniones con algún conocido que estaba por allí, pasada la medianoche, sinceramente, me sorprendió la sonrisa de oreja a oreja que tenía una persona de sobra conocido en el mundo de la competición. Antonio Solórzano, que compagina la faceta de piloto, copiloto e instructor de clases de conducción, descontaba en aquellos momentos las horas que le quedaban para enfundarse el mono de competición. Pues en menos de un día estaría en plena ceremonia de salida en la emblemática Plaza de María Pita a la derecha de Javier Ramos Grille dentro del habitáculo del potente Ford Sierra Cosworth.
Este evento del Campeonato de España de Rallyes Históricos que está consolidándose a pasos agigantados, le permitió, por decirlo así, volver atrás en el tiempo. “Tengo ahí una pequeña laguna… Pero creo que en el año 1983 debuté en la edición de aquella temporada del extinguido Rallye Ciudad de La Coruña, que probablemente tenía uno de los varios nombres promocionales que llegó a tener durante existió pero que no recuerdo. En aquella ocasión llegamos desde todas las provincias hasta la Plaza del Obradoiro antes de emprender viaje hasta la ciudad coruñesa. En medio del camino había el Valle del Dubra, que fue mi primer tramo”.
Aún encima de correr como quien dice por el pasillo de casa, pues la especial de Aranga está a escasos kilómetros de donde reside, finalmente, consiguió una brillante hazaña aunque un tanto empañada por las reglas. “No entiendo que quedásemos sin subir al primer cajón del podio. Me parece que lo más lógico fuese que hubiese una clasificación conjunta. Sólo es una anotación subjetiva cara a la reglamentación. Nosotros antes de empezar a correr sabíamos cuáles eran las normas. Dejando esto a un lado, comentar que Ander Arana voló mientras aguantó en carrera; nosotros estuvimos descentrados durante toda la carrera. Aún así contento por haber conseguido este resultado aquí”.
En los últimos años Solórzano compite a menudo de copiloto; eso sí siempre al lado de amigos, pues reconoce que acompañar a desconocidos le llama más bien poco la atención; pero realmente empezó en competición como piloto. Una vez superada la primera fase descubriendo conocimientos básicos participó en todas la selecciones de pilotos que había en España en aquel entonces. “Me apuntaba en todas las selecciones que había en el país que más o menos eran dos al año. En todas ellas llegaba a la fase final pero por algún motivo ahí quedaba”.
Un día eso cambió por suerte para él. “Ganar el Volante Auto Hebdo Sport me permitió participar un par de años en la Fórmula Fiat de circuitos. Corrí durante las temporadas de 1988 y 1989. No fue nada fácil proclamarme vencedor porque este concurso como un gran número de los que había tenían lugar en el Circuito del Jarama. Para conseguir información del trazado tenías que buscarte la vida. No había ni la mitad de recursos que puede haber ahora. Informándome vi que había un curso de conducción de la Escuela de Pilotos de Emilio de Villota. Me presenté en la sucursal bancaria con la que trabajaba mi padre para hablar con el director de la oficina. Le convencí para que me concediese un crédito pero sin que mi padre supiese nada. Y así fue cómo tuve que arreglarme para tener datos del Jarama. Lo más anecdótico fue que aún por encima de ganar mi padre decidió no pagar ni un duro”.
Inmediatamente después de culminar las dos campañas corriendo becado, probó suerte en Portugal inscribiéndose en el Volante AutoSport. “Volví a ganar. Y volví a correr en rallyes. Durante dos años competí en la Copa Seat Marbella que, por cierto, tenía un formato mixto. ¡Qué recuerdos! Entrenábamos tanto de día como de noche. Muchas veces lo hacíamos con el propio coche de correr”. Una vez que el premio llegó al final comenzó un bonito año para él. En 1992 compitió en la Copa Citroën AX que respaldaba la filial portuguesa de la firma del doble chevrón. “Sin duda alguna es a la temporada que más cariño le guardo de toda mi carrera deportiva. En total corríamos cinco pruebas: dos del Campeonato de Europa, otras tantas del Campeonato de Portugal y… ¡Portugal del Campeonato del Mundo!. Aún tengo por casa los tiempos que hacíamos. Llegábamos a hacer veinte pico de la general. Hacer la monomarca costaba más de siete millones de escudos, es decir, más de uno por carrera. Podemos traducirlos a unos 50.000€ actuales. Lo bueno es que había unos premios metálicos importantes que paraban en manos de mis patrocinadores porque financiaban todos los gastos”. Desde entonces suma más de tres décadas en activo en este mundo sin ningún año en blanco. Y parece que tiene cuerda para rato.
Por lo de pronto este próximo fin de semana estará en el Rallye San Froilán copilotando a Joshua Polo que pilotará de forma gratuita un Suzuki Swift Sport después de haber vencido meses atrás el Volante Deputación de Lugo -una iniciativa similar a las citadas en líneas superiores que le permitieron al coruñés despuntar al volante- gestionado por la Escuela PTC que dirige junto a Isaac Fernández.
Y ¡ojo! que próximamente podría salir a la luz una importante novedad, que nadie contempla, para una de las últimas pruebas del Campeonato Gallego de Rallyes que tendría como protagonista a este viejo roquero. Eso sí, asegurado tiene el viaje a Portugal para competir en la segunda edición del RallyeSpirit -un legend más de todos cuantos existen, que esta temporada contará con Miki Biasion como estrella- de nuevo junto al espectacular Javier Ramos Grille en el tracción trasera de la marca del óvalo.