Hiperfocal *… El camarote de los hermanos Marx

| 25/01/2009

La actual crisis económica que afecta a todos los estratos de la sociedad, pobres, menos pobres, ricos e incluso hasta los muy ricos, ha tenido lógicamente un gran impacto en el deporte del automóvil, una actividad fuertemente ligada a Don Dinero.

A la marcha de Honda en F1 y Kawasaki en Moto GP, se unían la muerte casi anunciada de Suzuki en el Mundial de Rallyes, pero sobretodo sorprendía el adiós de Subaru, una marca que había crecido y se dio a conocer en los cinco continentes a través de esa especialidad.

El ahora conocido como WRC llegó a tener cotas de popularidad e inscripción muy altas a finales de los ’90, pese a la marcha obligada de Toyota en 1995 durante tres años para regresar con el Corolla WRC. Subaru, Ford y Mitsubishi mantuvieron muy alto el nivel de la competición, y ello atrajo a otras marcas como SEAT, Hyundai, Skoda y sobretodo una vieja conocida, sinónimo de triunfo, Peugeot, además de la vuelta de Citroën, una vez entrado el siglo XXI.

Ya tenemos la famosa escena del camarote: Groucho (evitar cualquier paralelismo con Corrado Provera excepto el puro…), que se ha citado allí con Margaret Dumont descubre que dentro están Chico, Harpo y Allan Jones, el cantante honrado, que han entrado como polizones. Ya son cuatro personas, una cama y un gran baúl, dentro de un habitáculo de dimensiones muy reducidas. Groucho solicita la comida a un camarero en el pasillo. Luego aparecen dos empleadas para hacer la cama. Llega el plomero, después la manicura, el enorme ayudante del plomero, una chica que pregunta por su tía Minnie, la mujer de la limpieza para fregar el camarote y por fin cuatro camareros con la cena. En total, quince personas. Cuando Margaret Dumont llega a su cita, abre la puerta y todos salen a presión hacia el pasillo.

Lógico. Era imposible que el nivel de participación oficial se mantuviera en esa línea en el WRC. Se llegó a una selección natural con la separación de funciones en los grupos VW y PSA, la expiación de su pecado por Toyota entrando en la Fórmula 1 y las lógicas de quienes no consiguen estar en algún momento en lo alto del podio.

Para la temporada que se avecina tan solo Ford y Citroën han mantenido el tipo, e incluso han doblado su esfuerzo para salvar el campeonato. ¿Va con ello a perder interés el Mundial de Rallyes?. Sinceramente lo dudo, pese a las habituales meteduras de pata organizativas del organismo dirigente, la rivalidad de las marcas implicadas y los oídos sordos a los verdaderos protagonistas: los pilotos. La historia siempre ha tenido la última palabra y si damos a la prohibición de los Grupo B en 1986 el mismo catastrofismo entonces que la actual crisis del ‘ladrillo’ hoy, veremos si comparamos la calidad de las inscripciones del Rally de Montecarlo de 1988 con la de la verde Irlanda a finales de mes, que los pronósticos son mucho más abiertos ahora que hace dos décadas. Frente a una Lancia con numerosos equipos satélite disponiendo del eficaz Delta HF 4WD además del oficial Martini integrado por los franceses Bruno Saby, Yves Loubet y el futuro campeón, el italiano Massimo Biasion; apenas Mazda presentaba dos 323 4WD para Timo Salonen y Hannu Mikkola. Al final, incluso un piloto privado como Jean Claude Ballet hizo tercero con un sencillo Peugeot 205 GTI grupo A en el rally más viejo y famoso del mundo.

– Groucho: “Por cierto… ¿aceptan ustedes propinas a bordo?”
– Camarero: “¡Sí señor!”
– Groucho: “¿tiene usted cambio de cinco dólares?”
– Camarero: “Por supuesto, señor”
– Groucho: “¡Pues no los gastes porque puede que te los pida más tarde!”

Más apropiado para los tiempos que corren, imposible…

Esteban Delgado

*Hiperfocal: Dícese de la distancia más corta a la que puede enfocarse un objetivo de forma que su profundidad de campo se extienda hasta el infinito.

Sentimos molestarte con esto de las Cookies, lo que nos mola son los Rallyes pero es por imperativo legal. Puedes ver aquí la Política de Cookies, si continúas navegando te informamos que la estás aceptando ;)    Ver Política de cookies
Privacidad