El piloto de rallyes Shane Hunter se enfrenta a su regreso a la competición de Grupo B después de una larga y turbulenta ausencia. Sobre esta idea, que aún no alcanza el grado de sinopsis, se articula un cortometraje del que en estos días corre por las redes sociales el teaser oficial -ese bonito avance que trata de ponerte los dientes largos sin contarte nada- mientras la obra definitiva inicia su viaje por festivales de cine.
No es para menos la viralidad del mismo, teniendo como eje de la historia el mundo de los rallyes en la época de los Grupo B; temática que no se extiende en demasiada en el mundo del celuloide… al menos no tanto como muchos desearíamos. En este caso, y por lo poco que ha trascendido, el personaje principal se pone a los mandos de un Metro 6R4 que, en realidad y por aquello de darle vidilla al coche en los rodajes de las escenas de acción, es pilotado por David Higgins.
Es un drama, ya lo anuncia su director, Nick Rowland, por lo que como toda obra cinematográfica va a contar con su planteamiento, su nudo (con su héroe, anti-héroe y demás personajes… ¿habrá chica de por medio?) y un desenlace. Vamos, la historia principal que se irá entrelazando con esas escenas que estaréis esperando todos los que leéis estos artículos. Y aquí está la clave porque, como suele ocurrir cuando se lleva al cine temática relacionada con las carreras de motor, siempre surge el debate sobre lo atractivo de la historia, su credibilidad, su paralelismo a cómo se desarrollan en realidad ese tipo de competiciones y, especialmente, al metraje que se dedica a la chicha; la acción motorizada que muchos esperáis.