El resultado obtenido por Gronholm e Hirvonen en Nueva Zelanda (primero y segundo respectivamente) permite a Ford proclamarse matemáticamente Campeona del Mundo de Rallyes, un título que la marca del óvalo no conseguía desde 1979.
Como ya es habitual desde la lesión de Loeb, los Ford no tuvieron rival, marcando un ritmo que nadie sería capaz de seguir. Gronholm fue marcando scratch tras scratch, ganando 12 de los 17 tramos, su escudero Hirvonen le siguió durante todo el rallye acomodado en una segunda plaza que nadie parecía amenazar, llegando a marcar uno de los scratchs del rallye.