Dos primos que soñaban y el comienzo de varias historias

| 04/05/2020

Uno nació en San Pantaleón das Viñas y otro en Bemantes, dos aldeas desde las que te pones en Villozás o Doroña en cinco minutos y desde las que poco más te lleva llegar a Monfero o Aranga. Todos aquellos tramos tan habituales y conocidos que muchos recordaréis de cuando el Rallye de A Coruña formó parte del Campeonato de España de Rallyes de Asfalto en una época en la que Ismael y Miguel Raposo eran unos adolescentes. Y al primero, aunque le gustaba este deporte, «en mi casa no había afición y no fue hasta que tenía 15 años cuando fui con mi tío Carlos, que siempre ha sido un loco de los coches, a ver el rallye al cruce del lavadero de Doroña», y así siguió hasta que sacó el carné «aunque como lo saqué tarde, cuando lo sacó mi primo Carlos, ya empezamos a ir todos con él». Tenía gran afición pero nunca había viajado para ver ningún rallye y «nunca había pensado en correr, pero mi primer jefe fue Pablo Candal, corrió la Copa Ibiza con Dopico y más tarde fue copiloto de Carballido en un Citroën C2 S1600, y ahí fue cuando me picó el gusanillo».

Debutó en 2003 y después de una primera carrera en la que conoció este mundo desde dentro, para el Rallye de Ferrol, por aquel entonces todavía puntuable para el Campeonato Gallego, «ya apareció mi primo Miguel y vino conmigo de copiloto y salimos con el Citroën AX en la Copa Driver que se corría con las ruedas Maloya», pero la inexperiencia la pagaron cara, «y en Monfero, llegando a meta, rompimos varios pinos y después encontramos un eucalipto que era más grande y ahí ya destrozamos el coche». 

Haber doblado las puntas de chasis y haber destrozado el motor les obligó a parar un año y medio en el que un fin de semana salían de fiesta y el otro iban para el garaje a arreglar el coche, «pero todo con mucha calma porque para nosotros no era más que un hobby y nunca tuvimos prisa». El tío Carlos le daba a la parte de carrocería, Miguel a la mecánica y el propio Ismael a la electricidad, y así fueron haciendo todo el trabajo hasta que en 2005 tenían todo preparado «y fue el año que más carreras hicimos»

«Gracias a los patrocinadores teníamos el dinero para las inscripciones y con lo que íbamos ahorrando nosotros, pues íbamos saliendo adelante», cuenta un Ismael al que siempre le gustó el Rallye do Albariño más que ninguno y quizá en parte por alguna que otra anécdota, «como cuando entrenando a raíz de que otro equipo había salido de una curva por el carril contrario, lo vio la Guardia Civil, acabaron multándonos a 80 participantes y no pudimos acabar de coger las notas de aquel tramo». Pero la historia continúa «ya que quedamos sin anotar el tramo y al final, el día del rallye, tuvimos la suerte de que estaba neutralizado». Y hay más batallas, pero no todas son válidas para contar… 

Toda aquella aventura de la familia Raposo en rallyes acabó un poco de casualidad, cuando en plena autopista la junta de la culata del Citroën AX dijo basta y quedó aparcado… para siempre. Sin embargo, mientras una historia acababa, muchas otras empezaban. En las labores de asistencia ayudaban dos amigos y vecinos, uno era Pablo López y el otro Jacobo Maceiras, «que tenían mucha ilusión pero pocos conocimientos y de hecho, saliendo para un Rallye San Froilán, uno dijo que la furgoneta estaba caliente y que había que parar… y resulta que marcaba frío (risas) y también me acuerdo que estábamos preparando el coche y no podían ayudar, igual les pedías algo y no sabían, pero tenían mucha ilusión y aportaban mucha diversión»

En aquellos tiempos Jacobo, por ejemplo, empezaba en un mundillo en el que ahora está muy integrado. Trabaja en Rallycar y más allá del trabajo diario en las instalaciones del polígono de Bergondo, monta y desmonta cientos de neumáticos en cada rallye de la Copa Suzuki Swift.

A mayores, un seguidor incondicional de Ismael y Miguel era Adrián Núñez, primo segundo de ellos, y que en aquellos tiempos conoció lo que era un rallye y quién le iba a decir que quince años después sería copiloto y debutaría en un tramo de Doroña que fue el primero que vio acompañado de su hermano Alex, que ahora le toca mirar los tiempos en la asistencia… 

Lo que sí, todos tienen que estar en alerta porque van a tener que retroceder en el tiempo y ayudar en alguna edición del Rallye Rías Altas histórico como hacían antaño, «y es que desde que fue la primera edición de la prueba siempre ha estado ahí el gusanillo y seguro que en cuanto surja la oportunidad, lo hacemos, en regularidad o cómo sea»

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