Desde hoy, y para siempre, vendrás con nosotros en el coche. Buen viaje, jefe. 

| 28/09/2020

«Me han pasado un vídeo… Os lo mando por si no lo habéis visto». «Maca, ¿has hablado con Alberto? ¿Cómo está?». «Vamos a un cruce que nos han dicho que se ve muy bien y no hay que andar mucho». «En dos tramos coge al de delante, va muy bien»… Son las frases que más he oído en estos últimos tres años decir a Javier Fernández, propietario de AFRASA y la persona que le tendió la mano a Alberto para intentar cumplir un sueño juntos, que se ha quedado a medio camino.

 

 

Desde que le conocimos, gracias a Gonzalo Martín de Andrés, siempre nos había llegado el mismo mensaje. «La ilusión más grande de Javier es que un coche suyo sea algún día campeón de España de rallyes». Un carrerista de los de verdad. Desde Valencia, con sus amigos más íntimos, ha atravesado España cientos de veces en coche para ver crecer sus proyectos en los rallyes, con un equipo que para él, era una familia. «Hagamos lo que hagamos, tiene que estar Gonzalo». Su Gonzalo. Javier no entendía los rallyes sin un camión de SMC Junior. Era fiel a su gente, convencido de cada decisión que tomaba y confiaba ciegamente en que su equipo iba a buscar lo mejor para él. No le importaba madrugar, acostarse tarde, subir a ver un tramo y volver a bajar para ver a su piloto aunque fueran 20 minutos. Un hombre que siempre estaba en la sombra, al que no le gustaba llamar la atención, que no salía en los medios y que solo tenía una cuenta de Facebook para seguir páginas de rallyes y ver noticias de carreras. «Pero Javi, hazte Facebook aunque solo sea para enterarte de las cosas», le decía a su amigo Javier Suria, su compañero de mil batallas, su amigo del alma.


Lo que la gente no sabe es lo mucho que ha hecho por el deporte. Sin ser una marca oficial, solo por amor y pasión, fue capaz de hacer inversiones complicadísimas de encontrar hoy en día, y poner coches punteros en la línea de salida del Campeonato de España de Rallyes de Asfalto. Primero fue con el Abarth 124 RGT, un coche muy difícil, que le dio muchos quebraderos de cabeza, pero también le dio buenos momentos y le hizo disfrutar de bonitas celebraciones en equipo. Dos veces seguidas campeones de España de dos ruedas motrices. El objetivo estaba cumplido, pero no era suficiente. Javier quería algo más. En su cabeza había una imagen que quería llevar algún día a la realidad: ver su coche en el primer cajón del podio absoluto. Alberto estaba dispuesto a hacerle cumplir su deseo: «Javier, es lo menos que puedo hacer. No sé si lo voy a conseguir, pero te prometo que lo voy a intentar». Si no fuera por él, jamás habría llegado a tener la oportunidad de luchar en la categoría madre. Nunca se me olvidará su cara el día que recibió el mensaje que nos cambiaría por completo la percepción que teníamos del año: «Ya está firmado».

 

Pero la vida, y perdón por la expresión, es así de puta. Nos ha dejado a todos a medio camino. No nos ha dado tiempo a devolverle a Javier todo lo que ha hecho por nosotros. Ahora, lo único que podemos hacer es mantener viva su memoria, vivir las carreras como él las vivía, y acompañar a su familia en esta profunda tristeza.

Desde hoy, y para siempre, vendrás con nosotros en el coche. Buen viaje, jefe.

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