Lo hemos visto infinidad de veces: ecologistas que se quejan del daño que hacen las carreras al medio ambiente. Seamos justos: buenas, lo que se dice buenas para un paraje natural, no son… Pero, ¿no es preferible que se limite el paso de coches en un tramo de carretera a que esté abierto al incontable tráfico habitual? El eterno debate está servido, si bien debemos reconocer que en un raid hablamos de otra cosa, porque lleva a los participantes a lugares en los que normalmente no hay vehículos. Aun así, el Dakar 2016 tiene maneras de compensar el posible impacto en la naturaleza.
Para empezar, la cita por etapas más dura del mundo compensa el 100% de sus emisiones de carbono directas. Las que están ligadas a los reconocimientos, organizadores, competidores, transportes y logística (unas 15.500 toneladas de CO2) se contrarrestan completamente desde hace seis años: en 2011, la prueba se unió al proyecto ambiental Madre de Dios, en el que ya ha invertido más de medio millón de euros para luchar contra la deforestación en la amazonia peruana.
Otro punto de conflicto son los yacimientos arqueológicos y los estragos que causaría allí la carrera… Durante la preparación del recorrido, los responsables del Dakar y las autoridades encargadas de cuestiones culturales trabajan en estrecha colaboración: en Bolivia, las operaciones se llevan a cabo con los ministerios de Cultura y Medio Ambiente, mientras que en Argentina se habla con los servicios correspondientes de cada una de las provincias que atraviesa la prueba.
La caravana del Dakar moviliza unas 2.500 personas entre participantes, periodistas y organizadores… Y es inevitable que dejen su huella por donde pasan. Para procurar que apenas se note, responsables gubernamentales están presentes en la evaluación posterior de los lugares en los que se instala cada campamento. Allí no falta la clasificación selectiva de residuos, que son manipulados por empresas acreditadas. El año pasado se trataron 14.300 toneladas de aluminio, 5.660 de cartón y papel, 7.050 de vidrio, casi 7.000 litros de aceite y 49.200 toneladas de neumáticos, filtros y diversas piezas mecánicas.
Además del medio ambiente, el Dakar también cuida diversas causas humanitarias, como hizo en África. En América latina, la prueba (y muchos de los organizadores y pilotos) está ligada a la asociación Un techo para mi país, dedicada a la vivienda de emergencia y a la integración social, a la que ha donado más de un millón de euros desde 2009. Asimismo, ha entregado más de 45.000 euros a la entidad Desafío levantemos Chile.