El debut soñado de Adrián Núñez

| 18/10/2018
Adrian Nuñez

Para el Rallye Rías Altas Histórico tenía la mirada puesta en un coche: el número 52. ¿Por qué? Porque de copiloto iba Adrián Núñez que debutaba en esta prueba del Campeonato de España para vehículos históricos. Un chaval que conozco desde hace muchos años por algún amigo en común. Por cercanía al fin y al cabo.

El natural de San Pantaleón das Viñas conoció este deporte a través del 33 Rallye de Ferrol que tuvo lugar a finales de septiembre de 2002. Tenía siete años y acudió con los padres, tíos… a ver qué daba de sí la actuación de otros familiares: Ismael y Miguel Raposo. Corrían en un Citroën AX Sport y querían hacerlo lo mejor posible en una carrera, por aquel entonces, puntuable para el Campeonato Gallego y que era la de casa para ellos. Adrián sólo vio el tramo de Doroña porque poco después sus primos tendrían un accidente muy aparatoso en Monfero.

Desde aquel día los rallyes siempre han estado presentes en su vida. En estos dieciséis años han sido muchos los fines de semana que ha perdido yendo a carreras con el ya citado Miguel; un primo al que dice deberle mucho. Juntos han recorrido un sinfín de kilómetros por la cornisa cantábrica entera y han vivido cientos de anécdotas. Más recientemente, con la mayoría de edad, carné de conducir y coche propio, lo que antes era una simple afición ha pasado a ser un modo de vida. Y de un tiempo para aquí estaba claro que algún día llegaría el debut.

Con ayuda de algún amigo más, él y su hermano Álex, hace ahora un año empezaron a montar el Citroën Saxo de un buen colega y vecino: Daniel Anido. Después de muchas horas de trabajo a principios de esta temporada el coche estaba preparado para la guerra. Sólo faltaba estrenarlo. Las circunstancias en aquel momento impidieron al protagonista de este artículo debutar a la derecha y cedió el asiento a Carlos P. Lariño de Miño.

El binomio Anido – Lariño tomó la salida en tres pruebas en la primera mitad de temporada mientras que Adrián iba en la asistencia como mecánico. En pleno verano, en un momento de la vida mucho más favorable para él, el propio piloto le preguntó cuándo iba a ir en el asiento del miedo. En cuestión de segundos los dos acordaron que correrían el rallye de casa: el Rías Altas Histórico.

A partir de ese momento, y hasta pocos días antes de las verificaciones, revisaron cada uno de los tornillos del Citroën Saxo. Que no es más que un coche de calle con alguna mejora puntual como pueden ser los colectores, la línea de escape de Grupo N, la amortiguación roscada o el grupo corto. Más allá, todo es material de origen que además de tener las prestaciones que tiene, los está obligando a trabajar más de la cuenta. Por ejemplo, la caja de cambios tiene que ser abierta de carrera en carrera; y mismo régimen de durabilidad tienen los discos de freno.

Con la parte mecánica ya muy avanzada, quince días antes Daniel y Adrián decidieron que era momento de ir a coger las notas de los tramos. Empezaron a rumbo y con los kilómetros fueron adaptándose el uno al otro. Las sensaciones eran buenas y para intentar afinar esas anotaciones y, cómo no para conocer mejor las carreteras, dedicaron un par de días más a los reconocimientos.

Entre tanto ajetreo, sin ser muy conscientes había llegado el momento. Para los dos era el primer rallye de casa. “Muchos enlaces eran conocidos para mí. Todos los que acababan o empezaban en la asistencia, más que nada. El enlace (al mediodía) desde Betanzos hasta Bergondo pasaba a muy pocos metros de mi casa y buena parte era idéntica a lo que yo hago todas las mañanas para ir a Sada, donde trabajo en un taller de coches desde hace ya unos años”, explica Núñez.

Adrian Nuñez

El viernes 5 de octubre a primera hora de la mañana arrancaron para la ciudad coruñesa. A medio camino pararon en Rallycar para hacer las verificaciones administrativas y de ahí directos a La MarinaO Parrote; era turno de las verificaciones… ahora técnicas. A continuación dejaron el coche en parque cerrado en la Plaza de María Pita y ya sólo les quedaban unas pocas horas para la ceremonia de salida.

Adrián es una persona muy nerviosa y ni él se reconocía. “El día anterior, súper tranquilo. Ni en la ceremonia de salida estaba inquieto”, dice.

Los pronósticos anunciaban agua y como en la primera asistencia todavía no había aparecido ni tenía pinta que lo fuera a hacer… ¡todos con neumáticos de seco! Pero cuando los primeros participantes llegaron a la meta del primer tramo ya estaba chispeando. Poco después sería turno de un diluvio que a los del dorsal 52 los cogió en pleno enlace. Así las cosas, no les quedó otra que sacar valentía de donde no la había y tirar para adelante.

Por cierto, Núñez seguía sorprendido de lo calmado que estaba. “El sábado por la mañana cuando salimos de María Pita, en la primera asistencia… De camino al primer tramo, pese a todo, también muy tranquilo. Cuando tocó salir seguía igual pero una vez en tramo, la primera vez que levanté la cabeza vi gente… Ahí fue cuando realmente me di cuenta que estaba dentro; corriendo”, apunta. “Muchos podrán decir que estoy loco pero fue así”.

En la primera sección mantener el coche sobre lo negro era difícil para todos y los de Paderne querían pasarla como fuera. No sin esfuerzo; lo consiguieron. Fueron quienes de superar la primera pasada por Doroña y Monfero. Llevaban sólo cerca de treinta kilómetros contra el crono. Quedaba mucho día.

Al acabar la repetición del primer tramo, detectaron que el motor de arranque del coche había dicho basta. Les extrañó porque lo estaban estrenando pero marcharon pitando para Monfero porque no había margen. Tras este último tramo de la matinal rodaban terceros de Youngtimer aunque ellos no lo sabían. No miraron los tiempos hasta la asistencia de mediodía. Pero antes de todo esto, aún hay mucho que contar…

Pararon de camino al reagrupamiento de Betanzos. Adrián bajó del coche y empezó a mirar qué podía haber pasado. Primero tocó por allí para descartar que fuera un mal contacto pero cuando metió la mano en la instalación, Daniel Anido ya le gritó desde dentro que no había corriente ninguna. Debutante en el copilotaje pero no en la mecánica, lo primero que pensó fue que en algún sitio había un cortocircuito. “Vi el cable gordo del positivo roto en el terminal. Cuando lo vi, supe que el problema estaba en un fusible general y miré hasta que encontré el que era. Lo puenteé con un cable, encinté el del cortocircuito y tiramos para el reagrupamiento… sin penalizar”, recuerda.

“Llamé a mi hermano a la asistencia y le dije que me hacía falta un fusible y un terminal. Salimos del reagrupamiento empujando yo el coche porque allí sólo lo podíamos tocar nosotros. Llegamos al parque de trabajo, me puse ropa vieja y empecé a reparar. Quité el puente y volví a colocar la fusilera para que fuera todo como estaba. Puse el terminal en el cable y conecté todo. Todo funcionaba perfectamente. Me volví a poner el mono y ya no había tiempo para nada más”, comenta.

adrian nuñez

De allí salieron directos hacia Irixoa y Aranga, tramos que daban forma al primer bucle vespertino. Con unas carreteras muchísimo más secas que las que habían encontrado antes, marcaban un par de scratch que les permitían asentarse en una cómoda segunda posición de Youngtimer. Lo hacían por detrás de un Daniel Gandoy (Peugeot 106 S16) que ya tenía un buen colchón de segundos (44) cara al último bucle, y por delante de Francisco García (BMW 325i E36) que era tercero dejándose cuatro minutos.

Aunque querían más, en la parte final de la penúltima especial del rallye notaron que habían acabado con la vida útil de las pastillas de freno. De esta manera, se vieron obligados a ir a medio gas en Aranga y ceder muchos segundos. Pero no les importó. Pues pocos metros después de control stop varios amigos los sorprendieron saltando a la carretera cargados de botellas de champán…

“Me quedo con los detalles. Correr el tramo de Doroña, el primero que vi en mi vida… También fue especial la última asistencia de diez minutos. Llegamos y allí estaban familiares, amigos, conocidos… Mención especial merece mi primo Miguel que siempre ha estado al pie del cañón. Verlo allí, esperando a que llegaramos… muy bonito. Yo quería acabar como fuera para agradecerle todo lo que ha hecho por mí”, concluye.

No sabe qué le deparará el futuro hablando en términos deportivos pero si algo tiene claro es que no quiere que todo se acabe aquí. Por el momento no descarta ninguna opción. Y nosotros lo hemos querido poner en apuros…  

-¿Probar de piloto, alquilando algo económico como un Marbella?

-¡Ves! Nunca me lo había planteado. No sé. Habrá que ver.

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