Los festivales… ¡a unos les gustan y a otros no!

| 04/07/2016

En los últimos cuatro años cientos y cientos de aficionados marcan con color fosforito en el calendario la semana de celebración del Festival de Trasmiera, una prueba que aunque cuenta con pocos años de historia, reúne en cada edición a más de un centenar de máquinas que sí que tienen, y, que para los aficionados más nostálgicos sobre todo, tan sólo ver de cerca a una de ellas puede llegar a ser más atractivo que escuchar rugir el motor de decenas de vehículos de competición de última generación.

El nombre de la prueba se ciñe estrictamente al desarrollo de la competición, que esta temporada estuvo dividida en un total de tres jornadas. Por mucho que pueda parecer increíble por un día en un rallye los tiempos quedan a un lado, pasando a ser las derrapadas lo único que importa tanto a equipos como a espectadores. Si pudiésemos conocer los metros deslizando que puede acumular algún piloto de la lista de inscritos al término de la cita cántabra quedaríamos, por lo menos, boquiabiertos. Aunque como en todo, siempre hay excepciones.

Destacar al piloto que más espectáculo ofreció es difícil, probablemente imposible, pero uno de los que más aplausos recibió en cada uno de los tramos fue Javier R. Grille, que, acompañado por Paloma Mugica, se cansó de llevar de lado el espectacular Ford Sierra Cosworth, mientras intentaba rodar simultáneamente con cierto ritmo de carrera para preparar próximas participaciones en pruebas donde el principal protagonista es el cronómetro, elemento inexistente en la Comarca de Trasmiera, y que tanto echa de menos un verdadero piloto como el gallego.

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Particularmente no me gusta. Me gustaría mucho más que eso fuese un rallye pero a tiempos. Aunque está bien por los coches que se ven, porque la cantidad de coches que se ven ahí en pocos eventos se pueden ver, pero claro, molaría mucho más que algunas de esas máquinas fuesen a tiempos. Está bien de cara al público porque al final la inscripción cuesta 400 euros. Me parece algo cara, para lo que en sí consiste la prueba, que es ir pasear por los tramos”, confirmó.

Dentro de la abundante lista de máquinas que se juntan una vez al año en las proximidades de la localidad de Hoznayo podemos encontrar a coches de todas las épocas y con todo tipo de preparaciones mecánicas. Lo mismo sucede cuando analizamos el plantel de pilotos que se desplazan hasta la comunidad cántabra, donde se diferencian dos grupos a simple vista, aquellos pilotos que sólo desempolvan sus coches un par de veces año, y aquellos que suman la prueba de Rallye Legend Cantabria a su amplio programa deportivo anual.

“Fui más que nada por publicidad. Te reúne a gente de Asturias, Cantabria, País Vasco… y hay muchísima gente que quiere montar el coche y entonces pues les puedes asesorar. Y te digo una cosa, si a este rallye no van Pablo López, Lolo García, Manuel Senra, Víctor Magariños, nosotros y algún otro, por mucha maquinaria que hubiese, pierde muchísimo público. Irán un año, irán al parque cerrado, pero a los tramos no van, porque también les gusta ver los coches rápido, de lo contrario es como ir a un museo”, concluyó.

Nunca existe el acuerdo absoluto entre los aficionados, y creo que debe ser así siempre, que haya aspectos que entren en debate en la mayoría de los casos favorece a que haya cambios en un futuro, pero quizá este tipo de pruebas reciben muchas felicitaciones, por un lado, y muchas críticas, por el otro. No cabe duda de que estos festivales del motor… ¡a unos les gustan y a otros no!.

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